Mercado de Castilla, foto de Jaime Ferrer. Bar de Jaime Ferrer. La entrevista tuvo lugar en el bar del Mercado Castilla, en las proximidades de la avenida Tres Forqués.

No todos los días uno tiene la oportunidad de hablar con una mujer de 90 años que ha hecho deporte en los años 40, 50, 60 y buena parte de los 70.

No todos los días uno tiene oportunidad de conocer de primera mano los sentimientos que anidaban en aquellas mujeres que tuvieron que soportar una sociedad paternalista, machista y en la que todo era pecado para ellas.

No todos los días podemos compartir con ella un café y no será el último. Vive cerca de la Hemeroteca de València lo que ha propiciado que los encuentros sean frecuentes.

Me cuenta sus inicios en Casinos cuando y quería jugar con los chicos. Recordemos que nació en 1929, que la década de los años 30 España vivió un momento excepcional con la proclamación de la República y la posibilidad de poder estudiar para miles de españoles, 8000 escuelas en tres años creó la República.

La guerra fue horrible en Casinos. Las privaciones, la falta de todo, las ganas de vivir, las ilusiones truncadas de muchas familias. Emilia, Emili como es conocida, se estableció en Valencia con 13 años, y empezó a jugar en el Jai Alai, donde en 1945 un grupo de señoritas se ganaba la vida jugando al frontón.

Emili comenta en valenciano, su lengua, muchas cosas. Reproduzco algunas de sus frases: «Teníamos prohibido subir en bicicleta porque enseñábamos las piernas y por lo de la barra. Teníamos prohibido salir solas. Todo dependía del padre o del marido. Las niñas no hacían deporte y los hombres venían a vernos las piernas. La sexualidad estaba muy reprimida. A mi me gustaba correr, golpear la pelota, buscar el ángulo difícil, entrenar, y ganarme la vida. Ahora todo ha cambiado y las mujeres pueden ir en bicicleta, nadar, correr o jugar a pilota. Me siento feliz. Vengo al mercado a tomarme algo y a hablar con Jaime Ferrer. Me trata muy bien. Me gusta mucho leer. Se aprende. Me tienes que dedicar el último libro que ha escrito tu hijo. Los vascos se portaron siempre muy bien conmigo.

Emili es un torrente de ideas, de recuerdos. Apoyada en su bastón y a sus 90 años anda con garbo, mira a los ojos, sonríe. Sus arrugas en la cara y en las manos son fruto de muchas horas de sol y sacrificios, de tesón, de lucha contra el infortunio.

Barcelona, Madrid, Córdoba, México, Estados Unidos, amigos, padres, compañeros, forman parte de sus recuerdos. Su estancia en El Saler, las medallas y reconocimientos, las invitaciones a actos, y sobretodo las ganas de vivir de esta mujer son admirables. Posee una memoria prodigiosa.

Al final nos damos un gran abrazo y hasta pronto.

La historia continua y Emili seguirá contándome cosas, será un enorme placer.